"Es
un momento crítico. Hay que reconocer que la historia de Internet todavía es
breve, pero ha hecho posibles movimientos revolucionarios, como los que han
surgido últimamente, sin líderes ni ideología. Esto nunca habría sido posible
sin Internet. Las grandes corporaciones quieren reducir el debate al tema de la
propiedad intelectual, pero lo que está en juego es la libertad de
expresión", afirma John Perry Barlow, cofundador de la Electronic Frontier Foundation (EFF) y autor de la
Declaración de independencia del ciberespacio
Gobiernos
del Mundo Industrial, vosotros, cansados gigantes de carne y acero, vengo del
Ciberespacio, el nuevo hogar de la Mente. En nombre del futuro, ospido en el
pasado que nos dejéis en paz. No sois bienvenidos entre nosotros. No ejercéis
ninguna soberanía sobre el lugar donde nos reunimos.
No
hemos elegido ningún gobierno, ni pretendemos tenerlo, así que me dirijo a
vosotros sin más autoridad que aquélla con la que la libertad siempre habla.
Declaro el espacio social global que estamos construyendo independiente por
naturaleza de las tiranías que estáis buscando imponernos. No tenéis ningún
derecho moral a gobernarnos ni poseéis métodos para hacernos cumplir vuestra
ley que debamos temer verdaderamente.
Los
gobiernos derivan sus justos poderes del consentimiento de los que son
gobernados. No habéis pedido ni recibido el nuestro. No os hemos invitado. No
nos conocéis, ni conocéis nuestro mundo. El Ciberespacio no se halla dentro de
vuestras fronteras. No penséis que podéis construirlo, como si fuera un
proyecto público de construcción. No podéis. Es un acto natural que crece de
nuestras acciones colectivas.
No os
habéis unido a nuestra gran conversación colectiva, ni creasteis la riqueza de
nuestros mercados. No conocéis nuestra cultura, nuestra ética, o los códigos no
escritos que ya proporcionan a nuestra sociedad más orden que el que podría
obtenerse por cualquiera de vuestras imposiciones.
Proclamáis
que hay problemas entre nosotros que necesitáis resolver. Usáis esto como una
excusa para invadir nuestros límites. Muchos de estos problemas no existen.
Donde haya verdaderos conflictos, donde haya errores, los identificaremos y
resolveremos por nuestros propios medios. Estamos creando nuestro propio
Contrato Social. Esta autoridad se creará según las condiciones de nuestro
mundo, no del vuestro. Nuestro mundo es diferente.
El
Ciberespacio está formado por transacciones, relaciones, y pensamiento en sí
mismo, que se extiende como una quieta ola en la telaraña de nuestras
comunicaciones. Nuestro mundo está a la vez en todas partes y en ninguna parte,
pero no está donde viven los cuerpos.
Estamos
creando un mundo en el que todos pueden entrar, sin privilegios o prejuicios
debidos a la raza, el poder económico, la fuerza militar, o el lugar de
nacimiento.
Estamos
creando un mundo donde cualquiera, en cualquier sitio, puede expresar sus
creencias, sin importar lo singulares que sean, sin miedo a ser coaccionado al
silencio o el conformismo.
Vuestros
conceptos legales sobre propiedad, expresión, identidad, movimiento y contexto
no se aplican a nosotros. Se basan en la materia. Aquí no hay materia.
Nuestras
identidades no tienen cuerpo, así que, a diferencia de vosotros, no podemos
obtener orden por coacción física. Creemos que nuestra autoridad emanará de la
moral, de un progresista interés propio, y del bien común. Nuestras identidades
pueden distribuirse a través de muchas jurisdicciones. La única ley que todas
nuestras culturas reconocerían es la Regla Dorada. Esperamos poder construir
nuestras soluciones particulares sobre esa base. Pero no podemos aceptar las
soluciones que estáis tratando de imponer.
En
Estados Unidos hoy habéis creado una ley, el Acta de Reforma de las
Telecomunicaciones, que repudia vuestra propia Constitución e insulta los
sueños de Jefferson, Washington, Mill, Madison, DeToqueville y Brandeis. Estos
sueños deben renacer ahora en nosotros.
Os
atemorizan vuestros propios hijos, ya que ellos son nativos en un mundo donde
vosotros siempre seréis inmigrantes. Como les teméis, encomendáis a vuestra
burocracia las responsabilidades paternas a las que cobardemente no podéis
enfrentaros. En nuestro mundo, todos los sentimientos y expresiones de
humanidad, de las más viles a las más angelicales, son parte de un todo único,
la conversación global de bits. No podemos separar el aire que asfixia de aquél
sobre el que las alas baten.
En
China, Alemania, Francia, Rusia, Singapur, Italia y los Estados Unidos estáis
intentando rechazar el virus de la libertad erigiendo puestos de guardia en las
fronteras del Ciberespacio. Puede que impidan el contagio durante un pequeño
tiempo, pero no funcionarán en un mundo que pronto será cubierto por los medios
que transmiten bits.
Vuestras
cada vez más obsoletas industrias de la información se perpetuarían a sí mismas
proponiendo leyes, en América y en cualquier parte, que reclamen su posesión de
la palabra por todo el mundo. Estas leyes declararían que las ideas son otro
producto industrial, menos noble que el hierro oxidado. En nuestro mundo, sea
lo que sea lo que la mente humana pueda crear puede ser reproducido y
distribuido infinitamente sin ningún coste. El trasvase global de pensamiento
ya no necesita ser realizado por vuestras fábricas.
Estas
medidas cada vez más hostiles y colonialistas nos colocan en la misma situación
en la que estuvieron aquellos amantes de la libertad y la autodeterminación que
tuvieron que luchar contra la autoridad de un poder lejano e ignorante. Debemos
declarar nuestros "yos" virtuales inmunes a vuestra soberanía, aunque
continuemos consintiendo vuestro poder sobre nuestros cuerpos. Nos extenderemos
a través del planeta para que nadie pueda encarcelar nuestros pensamientos.
Crearemos
una civilización de la Mente en el Ciberespacio. Que sea más humana y hermosa
que el mundo que vuestros gobiernos han creado antes.
Davos,
Suiza. 8 de febrero de 1996.
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