Desde la categoría literaria de haber ganado el Nobel y desde la sabiduría de sus 94 años, el escritor egipcio Naguib Mahfuz defiende en esta entrevista la libertad de expresión, los valores universales y la convivencia entre las culturas musulmana y cristiana. Este intelectual que fue perseguido por sus ideas laicistas reivindica que el islam y la democracia son compatibles.
por Volkhard Windehur
Traducción de News Clips. © Der Spiegel.
El premio Nobel de Literatura Naguib Mahfuz, de 94 años, habla sobre la rivalidad entre los distintos valores religiosos, la libertad de expresión y las ventajas de un sistema social secularizado.
PREGUNTA. Señor Mahfuz, el mundo islámico se muestra indignado por las caricaturas del profeta Mahoma. Su libro Hijos de nuestro barrio también fue incluido en el índice de publicaciones prohibidas confeccionado por eruditos en islamismo de la Universidad cairota de Azhar. ¿Puede ser blasfema la literatura?
RESPUESTA. Ese libro fue publicado en Líbano hace ya muchos años y ahora lo puede encontrar prácticamente en cualquier quiosco de prensa de Alejandría. La prohibición ya no se toma en serio y eso es lo que importa.
P. La lucha por la libertad de expresión entre Oriente y Occidente se ha recrudecido de nuevo. La condena a muerte del escritor Salman Rushdie decretada por el líder revolucionario Jomeini aún sigue presente en la memoria de todos. En su opinión ¿dónde están las fronteras de la libertad de expresión?
R. Yo defiendo el derecho de todo individuo a expresar libremente lo que piensa. En caso de injurias o ataques contra las religiones y sus símbolos que hieran los sentimientos de mucha gente, existen los tribunales. Ahora bien, en este contexto no hay lugar para sentencias de muerte.
P. En el mundo árabe-islámico rigen valores distintos de los occidentales. ¿Cree que se llegará a resolver algún día este problema básico?
R. La existencia de diversas culturas es un hecho histórico y es evidente que esta diversidad no se limita a los estilos arquitectónicos o a los trajes regionales. Nosotros los egipcios hemos desarrollado una de las culturas más antiguas, si no la más antigua, de la historia del género humano, a lo largo de un proceso que ha abarcado milenios y que ha desembocado en determinadas normas y formas de ver el mundo que nos diferencian de otras naciones. Las concepciones y las máximas vitales de, por ejemplo, los babilonios o, más tarde, los griegos y los romanos eran de carácter diferente. Pero la diversidad de valores ha sido frecuentemente un elemento enriquecedor, algo positivo.
P. Aunque también es cierto que los principios religiosos enfrentados han desembocado en guerras espantosas. Ha sido el factor explosivo que ha desencadenado terribles derramamientos de sangre.
R. En ese caso estamos ante una malinterpretación deliberada de los valores religiosos. Las religiones que llevan la voz cantante en esta parte del mundo son el islam y el cristianismo, al menos en lo que respecta a su proporción numérica. Si analizamos la situación cada vez que se produce un enfrentamiento, veremos que los valores anclados en el islam y el cristianismo no fomentan el conflicto de ningún modo, sino todo lo contrario, ambas religiones hacen un llamamiento a la convivencia pacífica.
P. Nadie lo diría a la vista de un conflicto como la guerra civil libanesa, ni tampoco parecen traslucir nada semejante los llamamientos al asesinato por parte de los extremistas islámicos en Irak y Afganistán.
R. Hasta ahora los extremistas religiosos, sean del signo que sean, nunca se han distinguido por ser guardianes de los valores fundamentales del ser humano. Es algo que hemos podido constatar no sólo en Líbano, sino también en otros muchos lugares. Los valores religiosos han sido manipulados para justificar la injusticia. Las religiones no son congruentes entre sí pero, por lo que respecta a su concepción de los valores básicos, no soy capaz de detectar diferencias de peso, y menos aún contraposiciones, entre el islam y el cristianismo.
P. Casi la mitad de los más de 6.000 millones de personas que pueblan nuestro planeta no son ni musulmanes ni cristianos. La ONU ha definido una serie de derechos humanos que son válidos para toda la humanidad...
R. ...y esos derechos humanos rigen tanto para los musulmanes como para los cristianos, por un motivo de lo más concluyente: los derechos humanos definidos por la ONU son plenamente conciliables con los valores del islam y el cristianismo.
P. No todos los eruditos musulmanes comparten su opinión.
R. No obstante, las cosas son así. Ése es el motivo por el que todos los Estados islámicos han aceptado los derechos humanos promulgados por Naciones Unidas. "Libertad, igualdad, fraternidad", las exigencias de la Revolución Francesa de 1789, son máximas que hoy siguen conservando toda su validez y que para mí son de obligado cumplimiento.
P. Predicadores y políticos islamistas rechazan el estado secular que usted defiende.
R. Sí, algunos lo hacen porque equiparan el concepto de "secularismo" con el de "ateísmo" o incluso creen que implica una actitud antirreligiosa. Pero lo hacen por pura ignorancia, porque no han profundizado lo suficiente. Ahora bien, también existe una minoría que hace todo lo posible para que la gente tenga la impresión de que el sistema secular supone un desafío a la religión. Por supuesto, eso es un disparate. Son personas que no desean el diálogo, a pesar de que el diálogo es la clave para resolver todos los problemas.
P. En Egipto también hay gente que condena las ideas laicistas. ¿Qué propone para solucionar este conflicto?
R. La democracia es la única solución. Tenemos que abrirnos. Cuantas más ventanas se abran, más logrará imponerse la voluntad del pueblo.
P. En ese terreno el mundo islámico tiene mucho pendiente por hacer.
R. Pero lo conseguiremos.
P. ¿Son compatibles el islam y la democracia?
R. Lo son, y yo diría que mucho. Egipto optó por la vía de la sociedad civil -condición previa indispensable para una democracia- ya en la primera mitad del siglo XIX, con el virrey Mohammed Alí.
P. Pero entonces, ¿por qué muchos islamistas lo único que asocian al concepto de democracia es la invasión cultural sacrílega por Occidente?
R. No existe semejante invasión. Lo que hace cualquier cultura es tomar de otros círculos culturales aquello que da por bueno. Siempre ha sido así y así seguirá siendo en el futuro. ¿Qué perjuicio puede depararme el análisis de las obras de Shakespeare y de Goethe?
P. ¿Cuánto tiempo habrá que esperar aún hasta ver consolidada la democracia en el mundo islámico?
R. Probablemente ocurrirá antes de lo que muchos escépticos piensan. Las elecciones democráticas limpias celebradas en Palestina son un buen indicio que apunta en ese sentido.
P. Sólo que han sido ganadas precisamente por el grupo islamista Hamás, que en Occidente está desacreditado por ser organización terrorista.
R. Los palestinos han votado en unas elecciones libres, tal y como prescriben las reglas de juego democráticas. Y eso es algo que debe ser respetado. Por muy embrollada que parezca estar la situación en estos momentos, de lo que no me cabe la menor duda es de que los palestinos y los israelíes sólo podrán superar su problema a través del diálogo y la democracia.
P. Cuando vuelve la vista atrás y repasa su larga vida en una región sometida a tantas tensiones políticas, ¿no se pregunta a veces qué es lo que ha conseguido con su obra?
R. Mi escritura no ha sido fruto de la asunción de determinados objetivos políticos. Ahora bien, me sentiría muy satisfecho si, al final, resulta que he contribuido a impulsar el desarrollo social de mi país.
Entrevista tomada del sitio Asociación de Amigos del Arte y la Cultura de Valladolid. La misma fue publicada en BABELIA - 11-03-2006 Foto AGENCIA EFE tomada de la Internet.
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